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Nota de la editora: MamásConPoder.org / MomsRising.org tiene una petición pidiéndo al Presidente Obama y al Congreso estadounidense que traten los niños refugiados de Centroamérica con dignidad, que aseguren satisfacer sus necesidades inmediatas y que les aprueben un proceso justo. Firme aquí.

Durante las últimas semanas, las historias de los niños refugiados que huyen de la violencia innombrable en Centroamérica, así como su incierto destino en las manos de los legisladores estadounidenses, ha sido el foco de los titulares por todo el país. Lo que ha sido más difícil de seguir es lo que está pasando con la afluencia de madres refugiadas que han huido recientemente a Estados Unidos con sus hijos, muchos sólo niños menores de 2 años y bebés.

Bajé a Artesia, Nuevo México la semana pasada para ver por mí misma lo que ha pasado con estas familias vulnerables. Lo que encontré me sacó las lágrimas. Las madres y sus hijos están siendo escondidos, retenidos en centros de detención inapropiados, sin acceso a servicios adecuados, servicio médico, o asesoramiento legal. Y están siendo deportados en el medio de la noche, sin advertencia y sin la oportunidad de tener una audiencia justa.

Tuve la oportunidad de hablar personalmente con varias de las mamás, todas las cuales compartieron sus sentimientos de ansiedad y desesperanza. Pude ver el miedo y la desesperación en sus ojos. Muchas de las mamás eran jóvenes y algunas se habían vuelto viudas recientemente, con historias dolorosas de abuso doméstico y violencia extensa dirigida por los carteles de drogas y las pandillas. Sus historias reflejan lo que la investigación ha documentado consistentemente: tasas en aumento de la violencia basada en el género en Centroamérica, donde las violaciones son ahora una suerte común para las mujeres y para niñas hasta tan jóvenes como de 8 años. De hecho, en Honduras, la violencia basada en el género es ahora la segunda más alta causa de muerte de las mujeres en edad reproductiva. Y sí, mientras estas mismas madres fueron los blancos de la violencia en sus propias comunidades, lo que finalmente conllevó a estas madres a huir no fue su propia seguridad. Ellas estaban huyendo por el bien de sus hijos, muchos de los cuales eran muy pequeños para realizar el viaje por sí mismos.

El centro de detención familiar de Artesia fue abierto a inicios de este mes para retener a las madres y sus hijos. Está ubicado en un área extremadamente aislada, a cuatro horas por vehículo desde la ciudad grande más cercana. Con más de 600 camas, alcanzó su capacidad y se programó la apertura de un centro similar en Karnes City, Texas en Agosto. La edad promedio de un niño en el centro Artesia es de 6 años. Mientras recorría el centro, vi muchos de ellos. Una niña de 4 años estaba tomando una siesta en la parte inferior de una litera mientras otros niños corrían alrededor con un sólo carrito a control remoto apenas funcionando. Dos niños, no mayores de 7 años, estaban caminando alrededor con un recipiente recogiendo la basura porque no había más nada que hacer. Otro infante de grandes ojos que vestía una camisa de Hello Kitty me apretó la mano fuertemente mientras entrevistaba a su madre, y otra adolescente me contó sobre su incapacidad para dormir porque estaba tan preocupada sobre lo que le iba a ocurrir a ella y a su familia.

Después de hablar con las madres y el personal, era claro que los niños estaban presentando síntomas de depresión y ansiedad, inclusive trastorno de estrés post traumático. Muchas madres se dieron cuenta de que sus hijos habían perdido peso desde que llegaron al centro, muchos no estaban comiendo, no estaban durmiendo bien, y estaban llorando más de lo normal.

Una madre, Carla, me contó su historia entre llantos, mientras su hija de dos años limpiaba las lágrimas de su madre con una preocupación visible en su cara redonda. Carla huyó de la ciudad de Guatemala después de que su esposo fuera asesinado. Cuando fue detenida por la Policía Fronteriza, ella y su hija fueron detenidas en una celda congelada, llena de gente y le fue negada una cobija para su hija. Carla tuvo que quitarse su propia camisa sólo para tratar de mantener a su hija caliente. Ella sufrió las mismas condiciones cuando fue transferida a Arizona, donde los oficiales se rieron y las insultaron a ella y a su hija llamándolas pobres y otras cosas. Cuando nos encontramos, Carla me dijo que su hija había estado sufriendo de diarrea severa por más de cinco días, y que el doctor insistió que ella sólo continuara dándole más agua. De hecho, todas las madres a las que hablé me informaron que sus hijos estaban sufriendo de algún tipo de problema dietético, ya fuera diarrea, no comer, o perder peso. Me dijeron una y otra vez, <<no hay medicinas aquí, sólo agua>>. Carla dijo que ella tuvo que rogar por más de 24 horas sólo para conseguir un pañal para su hija.

Estas son sólo algunas de las observaciones de mi visita, y todo apunta a lo que las investigaciones nos han dicho una y otra vez sobre los impactos dañinos de los escenarios institucionales en los niños. Por ejemplo, las investigaciones han mostrado consistentemente que los niños tienen mejores resultados generalizados –salud, psicológicos, académicos – cuando son colocados en cuidados en comunidades en lugar de hogares grupales u otros escenarios institucionales. Los niños se encuentran mejor cuando están en un hogar estable, son capaces de desarrollar una relación con un adulto amoroso y preocupado, son libres de moverse, y tienen acceso consistente a los programas educativos y a actividades recreativas.

Debería hacer notar que existe una gran distinción entre tener acceso a un adulto preocupado, que ofrezca su apoyo en un ambiente hogareño en vez de un centro de detención. Aunque un padre podría estar técnicamente presente en los centros de detenciones familiares, las condiciones de confinamiento y el poder limitado de un padre para criar a sus hijos, son factores que tienen impactos adversos no sólo en el niño, sino en la relación entre padre e hijo. De hecho, los estudios sobre las detenciones familiares han demostrado que tanto los padres como los hijos frecuentemente consideran que el personal de los centros son los que tienen el control en estos escenarios, a veces incluso al disciplinar a los niños. Es importante que los niños se sientan seguros, y los niños principalmente buscan a sus padres para que les provean la protección que necesitan para sentirse seguros. Sin embargo, en el ambiente de los centros de detención, los niños en realidad observan la forma en la que sus padres son humillados, ya sea por insultos directos o cuando les son negados simples requerimientos – como acceso a agua potable o para usar el baño. Con frecuencia, los niños pierden el respeto a sus padres, sienten resentimiento y rencor contra ellos, y finalmente pierden su sentido de seguridad.

Las investigaciones también demuestran que la depresión materna tiene un impacto significativo sobre los niños, lo cual puede empeorar cuando las madres son expuestas a factores causantes de estrés. En Artesia, los sentimientos de depresión y ansiedad fueron muy prevalentes entre las mujeres y los niños a los que hablé, principalmente porque nadie con quien hablé parecía tener un sentido claro de qué es lo que les va a ocurrir. Carla mencionó que algunos de sus compañeros residentes habían sido deportados tan sólo esa mañana, y muchas personas parecían confundidas sobre lo que el futuro les deparaba. De hecho, Carla me dijo, <<no tengo idea del tiempo que tenemos aquí, si alguien pudiera ayudarme, qué será de nosotros. Estoy aún más asustada de lo que será de nosotros si regresamos. Sé que voy a morir. Y lo que más me asusta es ¿qué pasará entonces con mi pequeña niña?>>

Aún más terrible que las condiciones en Arteria, las cuales no satisfacen para nada las necesidades de las madres y sus hijos, son las deportaciones apresuradas y la falta del debido proceso. Durante mi visita, varias de las mujeres notaron que no estaban informadas sobre la posibilidad de obtener asesoramiento legal gratuito. Las mujeres que expresan su miedo al personal de detención reciben una lista de nombres y 48 horas para localizar el asesoramiento, con poca asistencia sobre cómo hacerlo y muy poco acceso a teléfonos para hacer tales llamadas. Los oficiales en el centro nos informaron que tres individuos fueron retirados a última hora de un avión de deportación esa misma mañana, cuando casualmente les comentaron a los oficiales guatemaltecos antes de abordar el avión que tenían miedo de regresar. Si estas mujeres hubiesen sido revisadas apropiadamente en cualquier punto de su proceso, nunca hubiesen estado en ese vuelo en primer lugar.

Como alguien que ha trabajado en asuntos infantiles por muchos años, salí de Artesia completamente convencida que la detención familiar es absolutamente la política incorrecta para mujeres y niños. De hecho, no estoy sola en esta conclusión: la Administración Obama reconoció que tales ambientes son inapropiados cuando cerraron el centro de detención familiar Hutto en Texas en el 2009 y terminaron la práctica de detener a las familias. Retornar a tal política simplemente para <<enviar un mensaje>> a las madres en Centroamérica de que no encontrarán refugio en nuestro país, es tanto erróneo como desalmado. Y castigar a las madres por hacer lo que cualquier madre haría para salvar la vida de su hijo desestima los valores familiares de nuestra nación.

Por lo tanto, me estoy uniendo a muchos activistas en el llamado para detener las deportaciones en el centro Artesia hasta que podamos asegurar que todas las mujeres y niños están siendo revisados apropiadamente y que se les está realizando el debido proceso. Más aún, la administración debería cerrar el centro Artesia y detener los planes futuros de expandir la detención familiar. En vez de esto, se deberían utilizar alternativas efectivas y rentables a la detención para las madres con sus hijos, mientras esperan los resultados de sus procedimientos de traslado. Estos métodos alternativos ayudarían a minimizar los traumas posteriores y permitirían que las madres cuiden a sus hijos en un ambiente hogareño, saludable.

Nunca olvidaré la desesperación que vi en los ojos de las mujeres y los niños en Artesia. Y espero que las madres, hermanas, e hijas en todo el país, puedan abrir sus corazones a estas madres, niños, y bebés, en lugar de ignorar a su dolor.

Para firmar la petición <<Pertenecemos Juntos>> para oponernos a la detención familiar, haga clic aquí.


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