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Como madre de dos hijos, incluyendo una niña que tiene necesidades especiales y un defecto de nacimiento, he podido ver cómo los padres, hijos y la sociedad se benefician si las familias tienen acceso a atención infantil de alta calidad, programas de aprendizaje temprano y programas de salud mental que toman en cuenta las necesidades socioemocionales de los niños.

Hace algunos años tuve que sacar a mi hija, que en ese entonces tenía dos años, de un centro de atención infantil porque había perdido mi trabajo y no podía seguir pagando la matrícula. Apliqué en el Programa Head Start y fue aceptada. Esto representó una gran diferencia para ella porque mi hija tiene necesidades especiales. Solo tiene una oreja, tiene ADHD y trastorno de integración sensorial, lo que significa que su cerebro y su cuerpo a veces no funcionan como los de otros niños. 

En Early Head Start, los maestros y terapeutas trabajaron en equipo para brindarle todo el apoyo que necesitaba. Aprendió a hablar más claramente y a definir distintos sonidos. Establecieron una estructura y una rutina diaria regular que es importante para ella. Durante el proceso, ayudaron a que se sintiera bien consigo misma y a reforzar la confianza necesaria para hacer frente a la ansiedad social que puede presentarse cuando es diferente. Fue fácil para ella hacer la transición a prekinder y le está yendo muy bien en la primaria.

Pero hace poco, después de una cirugía para ayudar a corregir su defecto de nacimiento, mi hija comenzó a experimentar ansiedad nuevamente y me di cuenta de que necesitábamos ayuda. Tuve la gran suerte de encontrar un programa local de terapia infantil que acepta Medicaid y que trata al niño de forma integral. 

Saber que un hijo tiene problemas emocionales y que requiere terapia puede ser abrumador para cualquier padre de familia. La terapia puede generar emociones mixtas, temores y puede hacer que surjan muchas preguntas. Mi hija había asistido a terapia, pero no fue una buena experiencia y no estuvimos satisfechos con el resultado.

Por eso no me sentía muy segura de la terapia, pero sabía que necesitábamos ayuda para que mi hija pudiera mejorar. Me preocupaba que no pudiéramos encontrar un buen terapeuta que fuera comprensivo y que estuviera dispuesto a trabajar con nosotros sin juzgarnos. Estoy segura que no soy la única que se siente así.

En lugar de llamar al lugar anterior, me puse a investigar en los medios sociales y le pedí a un grupo local de padres consejos y referencias de terapeutas que se especializan en las necesidades socioemocionales de los niños. Recibí muchas respuestas y me puse a llamar inmediatamente. Tuve la suerte de encontrar al Centro Lucy Daniels—porque ofrecía todo lo que yo necesitaba.

Desde la primera llamada el personal estuvo dispuesto a responder todas mis preguntas. La primera vez hablamos por más de 30 minutos y me explicaron todos los detalles y me ayudaron a sentirme más tranquila. Tuvimos la misma experiencia con el terapeuta. Nos dedicó dos horas durante la primera cita y nunca me hizo sentir que tenía que apresurarme. El terapeuta se tomó el tiempo para explicarme cómo funciona el centro y, lo más importante, cómo ayudaría a mi hija y cómo llenaría nuestras expectativas. Nada sería una sorpresa.

Salí de la cita con tarea y tuve que llenar muchas páginas en línea acerca de mi hija. Al principio pensé que era un poquito abrumador, pero a medida que respondía las preguntas, me di cuenta de lo importantes que eran para comprender a mi hija y para que el terapeuta la llegara a conocer.

Mi hija y yo nos reunimos con el terapeuta una vez por semana. Es un trabajo de equipo y me siento extremadamente feliz de ver cuánto ha mejorado su comportamiento socioemocional y su conducta en la escuela. Me siento muy a gusto con el terapeuta y nunca me he sentido culpable o juzgada por mis destrezas como madre. Mi mayor satisfacción es saber cuánto mi hija disfruta de sus citas. Nunca hemos tenido problemas porque el terapeuta siempre se pone al nivel de mi hija.

Como mi hija tiene Medicaid, pudimos pagar por la terapia. El sistema de Medicaid para tener acceso a programas de salud mental puede ser un poco complicado, pero por suerte el Centro Lucy Daniels trabaja con el programa para proveer a los niños la mejor atención posible.

Todos los niños merecen la oportunidad de sentirse comprendido, apoyado y aceptado tal como son. Cada niño merece pertenecer a una comunidad educativa que lo prepare para la vida tomando en cuenta tanto sus necesidades socioemocionales como sus necesidades académicas. Me alegra que mi hija haya podido encontrar el apoyo que necesita y espero que otros padres e hijos encuentren programas que satisfagan sus necesidades. Cuando invertimos en todos los aspectos del niño, nuestros niños pueden tener éxito y nuestra sociedad es mejor.


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